miércoles, 7 de marzo de 2012

Madame X

Extraño lo que con mi amiga Fran llamamos "días de gloria". Extraño ese retorno fácil, pero al fin, efectivo, de libidos y seducciones facilitadas por la embriaguez. El flirteo constante en ambientes de asfixia, el sentir ojos desconocidos posarse sobre ti, manos desconocidas posarse sobre ti.
Prescindir del glamour de los frutos decadentes de nuestra "cultura pop" pequeñoburguesa, prescindir de los sentimientos, prescindir del nombre de la silueta femenina que ciñes hacia ti.


Una cacería desprovista de cualquier otro efecto que el siempre necesario enaltecimiento del ego que implica el sentir que alguien te desea por tu belleza, por tus movimientos, por tu actitud, por tu voz. No porque le caigas bien, no porque seas tierno, sensible o divertido, sino porque simplemente tienes el poder de suscitar, de evocar, de excitar.


Tomo una frase repleta de sentido, sabiduría y calma, que tomé de la wikipedia, y que define la postura del budista laico respecto del sexo, digamos que para un tipo como yo, que busca vivir su vida acercándose paulatinamente a Krishna; es decir, para un devoto impuro, la frase queda como anillo al dedo.


"El sexo, de acuerdo con el budismo, no debería ser ni insanamente reprimido ni morbosamente exagerado."


Aún no tengo claro si es legítimo entre los amantes demandar el afecto, o más bien, la pasión y el deseo, como si fuera una entrega debida por derecho. Si tal cosa fuera cierta, las cosas serían para mí más fáciles, tanto para permanecer como para partir de una relación.

Sin embargo, y muy excepcionalmente, esta vía fácil no termina del todo de convencerme. Pienso que la atracción y el deseo no pueden considerarse como seguros o "debidos", sino que cada amante debe esforzarse constantemente por obtenerlo de su pareja como una especie de retribución.

El problema es qué pasa si ves que tu pareja simplemente no le interesa jugar ese juego, no le interesa notar estos elementos. ¿Es que acaso tan malo soy en el juego de la seducción cuando este se hace constante? ¿O es que ella simplemente alejo estas cosas fuera del alcance de su atención?

¿Es acaso esa culpa estúpida e ingenua por...?

En fin, dejo para ella una lección, sin otro interés particular, porque a fin de cuentas, no soy un tipo persistente, y si las cosas siguen así me rendiré pronto, con tres consecuencias posibles: una es que termine mi relación y vuelva a mi promiscuidad del año pasado, otra es que termine por anular mi libido o dejarla a un nivel inútil para mí (y que quizás sea para ella la felicidad), y otra es que la siga amando, y que el problema se "solucione" por medio de desembocar estas frustraciones a escondidas, con otras personas.



He aquí la lección
Y si amanece por fin (Joaquin Sabina)

Y si amanece por fin y el sol incendia el capó de los coches, baja las persianas,
De ti depende, y de mí, que entre los dos siga siendo ayer noche, hoy por la mañana.

Olvídate del reloj nadie se ha muerto por ir sin dormir una vez al currelo,
Porqué comerse un marrón cuando la vida se luce poniendo ante ti un caramelo.

Anda deja que te desabroche un botón,
Que se come con piel la manzana prohibida,
Y tal vez no tengamos más noches,
Y tal vez no seas tú, y tal vez no seas tú, la mujer de mi vida.

El tiempo es un microbús que sólo cruza una vez esta breve y absurda comedia,
Y yo no soy Mickey Rourke, ni tú Kim Basinguer, ni tengo nueve semanas y media,
La buena reputación es conveniente dejarla caer a los pies de la cama,
Hoy tienes una ocasión de demostrar que eres una mujer además de una dama




Solus Voluptas Manebo
Áthurel Rimbaud