lunes, 15 de febrero de 2010

Adagio Algo Estúpido

Adagio Algo Estúpido

Hace ya algún tiempo
que mis sueños no son como esperaba.
Ojos de negra comisura y una ígnea cabellera
caricia suave de un porvenir desconocido,
sobre el torso que antes conociera,
y que aparece radiante, y me llama a su cosecha.

Ella fuma despreocupada abrazando algún cuaderno
de poesía, de viajes, de saberes olvidados.
Camina sobre laureles en una nubosa mañana universitaria.
Y el humo que nace ostenta el color
de sus labios generosos en calor y carmesí,
y me arrastra hacia ella, y me llama a su cosecha.

¡Ulises!

Corta mis párpados, abre mis oídos y desata mi lengua,
pero no sueltes jamás, jamás, mis cadenas.
Este es mi mástil, y en el he de permanecer
hasta Ítaca o más allá.

Dejad que se acerque a mi con su capa blanca
dejad que me toque y que me huela
mas no me dejes beber de su copa,
pues el sabor a sangre oculta ajenjo y tinieblas.

Todo aquello que sé será olvidado.
Su cintura borra la tinta,
cuando la arrastra sobre mi frente.

Todo lo que hoy es será extirpado,
cuando Toda Ella,
Todo su Ella Entera,
corte cadenas y correas, mordazas,
carne, cuero, y arterias.

Me prohibí observar el paso del tiempo.
Hoy dejo que las horas me toquen como deseen
y siento sus manos con los ojos vendados.

14 de Febrero, 2010

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