sábado, 6 de febrero de 2010

Cómo le cuento a mis viejos que ya no voy a Antofagasta


Cómo le cuento a mis viejos que ya no voy a Antofagasta

Podrías oír nuevamente tu mentira,
esa fétida y deliciosa droga,
para implorar por una vez más.
Pero hoy quiero triunfar en mi obstinación
aunque tenga que maldecir mi cama eternamente.

Se me acabaron los nombres para nombrarte,
asimismo, se me acaba la paciencia.
Todo este tiempo, por tu mentira,
no lograste ver que la puerta se cierra.

Se me acabaron las fuerzas para construir nuestra casa.
No quedan ya, ni fe, ni pasión, siquiera unas piedras.
Lo que me queda de cuaderno será para versos nuevos.
No para tejer un arcoíris de promesas.

Se me acabaron las lunas para iluminarte,
te me perdiste en una oscuridad que nunca llamaré “mi tierra”.
Será la tristeza de mi verano,
elixir amargo de estupidez y soberbia.

Yo quería conocer la ciudad de saliva y arena,
¡Quería llevarte de la mano y poner tu cuerpo entre el mío y nuestra tierra!
Pero tu lengua me destruyó ojos y oídos,

Y perdí tu mano en la batalla.

Yo he nacido libre,
no lo olvidaré aunque lo quiera.
Aunque no pueda cabalgar sobre una llanura vacía,
me guiará raudo el sabor delicioso de la tiniebla.

Lolol, Febrero de 2010.

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