domingo, 20 de septiembre de 2009

El camino del éter


Llegado este extraño punto, recordar una mujer significa olvidar a otra. La vida podría explicarse de forma irreal pero útil (algo así como un modelo de economía) en dos posibilidades sujetas (o no) a la elección.

Creo que en este momento estoy tomando el camino más "sobrenatural"; más poético, más idealizado. Creo que no busco a una persona cuando busco, cuando busco y me frustro desesperado por no encontrarla. Ahora que acabo de darme cuenta de algo, el origen de mi frustración ha cambiado, el origen de mi frustración es que, aunque sea hermosa la poesía, en efecto, es también un truco para evadir la realidad, para evadir una piel verdadera, un sabor verdadero, un sabor que sé que podría eventualmente volver a tener, y que sé que, aunque real, no podrá ser realmente como yo quiero que sea.

Entonces debo simplemente elegir entre dos opciones, dos recuerdos, dos fantasmas. El de éter y versos, o el de carne y palabras. Por el momento, trato de afeitarme, de usar mi ropa decente, de ponerme perfume y peinarme, trato de aferrarme a un cuaderno Classic of Scotland, trato de beber y pasarlo bien, de fanfarronear y bañarme en mi soberbia, intento parecer sofisticado, intento con el camino del éter, pero no puedo evitar mirar hacia el otro lado, un cuerpo enhiesto oscurecido por el pelo, y lamido por la luz de las velas.

En este momento, daría hasta mi último aliento, mi última gota de sangre, por un plato de fideos...




No hay comentarios:

Publicar un comentario