miércoles, 21 de octubre de 2009

Del Placer Humano (ensayo incompleto)

And so, the thirst, the beast, lays now, maybe truly satisfied. Anyway, it won't be enough for the doubt, that shall remain, and that's the way it should.

El hambre tendrá siempre esa afirmación absoluta, completamente férrea y decidida. El hambre, la bestia, la sed, jamás podrán expresarse en una negación, ni mucho menos, podrán anularse. Cuando vea aquellos manjares que se le entrgan, la bestia jamás podrá decir que no, y esa es la mitad fácil del camino para alcanzar el placer... al modo humano.

La otra es la razón y el sentimiento. Esta es la parte que nos presenta toda clase de dudas y divagaciones que jamás la experiencia podrá subsanar. Es la parte donde nos surge esa conocida sensación de inalcanzable satisfacción, de aburrimiento y vacío. Quizá la mejor forma de explicarla es hablando del dilema de la cama fría.

Sin embargo, aquello también resulta paradójicamente necesario para alcanzar el placer al modo humano (es curioso notar que lo humano parece carecer de toda lógica, pudiendo simultáneamente negar y afirmar una relación causal siempre que esta se aclare debidamente).

Así como El Filósofo distinguió la virtud del cuerpo y la salud de la la virtud de la ética y la moral (conceptos que siempre me han resultado un tanto desagradables como criterios normativos, a mi parecer, arbitrarios), y llamó "virtud humana" a la segunda, pienso que una visión hedonista que no raye en el mito, el bodrio o lo pornográfico (como muchos suelen atacarla), no puede limitarse simplemente al goce de los sentidos y los impulsos; y estos, por otra parte, deben ser orientados al desarrollo de un placer suceptible de ser fundamentado.

Eefectivamente, el "placer humano" requiere de esta parte intelectual de la persona, y es esta la que suele jugar más en contra a la hora de satisfacernos con el placer que obtenemos. Esto porque el placer, para ser tal, debe ir mucho más allá de la satisfacción de una necesidad básica como sueño, sexo y comida. Nuestro intelecto necesariamente debe cuestionar constantmente aquello que consideramos placentero, pues el riesgo siempre presente en el placer es el hábito, que una actividad de placer pase a ser un mero hábito sin sentido.

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